Dulce niño de pelo lacio y mirada ausente,
Me admira tu siempre inseguro pensamiento blanco,
A la vez lleno de símbolos inescrutables.
Elaboras castillos de príncipes lejanos, donde florecen libres
Las aventuras entre tus manos. Con humildes gestos
Destruyes gigantes.
Me asomo al baúl de tus secretos,
Escondidos como esos héroes enmascarados
A los que la vida trasmites con tus dedos.
Por que giras entorno a un universo desconocido,
No te atrae mi voz, ni mis ojos, ni mi gesto.
Y te acercas si me añado a tus sueños
Entre un mar de figuras de plástico.
Dulce niño de pelo lacio y mirada ausente,
Te veo guapo, como siempre.
Loco sonriente.
Ojos de melón, mandamás de los gestos de aprobación o de reproche.
Alfeñique obstinado a mi cuidado,
Te acaricio aprovechando que ahora por fin te estás quieto,
Ahora que duermes.
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