viernes, 28 de enero de 2011

El viaje, los viajes, tal vez el viaje.

El viaje, los viajes, tal vez el viaje,
Será algo nuevo,
El viaje de ellos nos será distinto,
Tal vez serán las vidrieras, las cigüeñas, los escondrijos, las espaldas, los niños, las retinas de los ojos, la piel de los ríos, los caminos a ninguna parte que dan lugar a otros caminos,
O los vértices, o las flores azules y rosadas, los frutos insistentemente verdes, los muros agujereados por el tiempo, las nebulosa de Andrómeda, los mares de nubes, los cielos oscuros a veces, a veces luminosos, los agujeros negros, tal vez los niños, los hombres amantes,  las mujeres bellas, los niños otra vez,  en revolución exacta por su exacta evolución, bordes en grupo que también recordarán,
Estas calles, estas piedras envejecidas e ilustres del camino como tú me las sentistes.
El viaje, los viajes, tal vez en el viaje, debemos estar atentos, y no perder en que mirar,
Porque no podemos dejar de ver y sentir todas las cosas,
Tantas pisadas distintas al andar, tras de ti, tras de mí, o con ellos,
Que de pronto te dejan sentir como la lluvia, de improvisto, un olor a sonrisas mojadas, de improvisto.

viernes, 21 de enero de 2011

Anacreóntica griega

No encontrada, recordada en mi libro de griego clásico de bachiller, tampoco devuelto. Recuerdo el inicio traducido:

Nací derramando lágrimas y muero llorando.

viernes, 14 de enero de 2011

A quien desapercibido pasas

-Sí,  está muerta – dijo Puipluis Jons-
-No le hemos tomado el pulso –Costas Tard-
-No tiene impulso.
-No tiene pulso, querrá decir.
-Debemos llamar al forense, al juzgado, al secretario de guardia.
Puiplius Jons pensó que sí, aunque esto no quitaba en nada su seguridad de que aquella persona estaba muerta, acercó su indice y su corazón y tocó su cuello. Y dijo: que ya nada tenía sentido.
-Entonces debemos llamar al juzgado, al secretario, dar parte.
-Efectívamente, estaba muerta, Tard, se da cuenta.