-Sí, está muerta – dijo Puipluis Jons-
-No le hemos tomado el pulso –Costas Tard-
-No tiene impulso.
-No tiene pulso, querrá decir.
-Debemos llamar al forense, al juzgado, al secretario de guardia.
Puiplius Jons pensó que sí, aunque esto no quitaba en nada su seguridad de que aquella persona estaba muerta, acercó su indice y su corazón y tocó su cuello. Y dijo: que ya nada tenía sentido.
-Entonces debemos llamar al juzgado, al secretario, dar parte.
-Efectívamente, estaba muerta, Tard, se da cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario