Y aquel chiste que contaba, que decía de uno que abrió un libro, y leyó:
Nitrato de sodio, nitrato de potasio.
Y dice Paco: para que te quiero yo, si no tratas de ná.
Y me cogía de pequeño y decía: vamos a platicar.
Luego dije su nombre, a los notarios, a los funcionarios del ayuntamiento, a los del catastro, a los empleados del banco, a los de hacienda, a los de las pompas fúnebres,
Llevando papeles tristes.
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