jueves, 30 de diciembre de 2010

Desapercibido pasas

Desapercibido pasas cuando te miro, en el espejo,
Y me cuesta, ¿Dónde han ido las fotos de antes?
Ya sabes que yo soy otra, un poco más triste,
Y me he hecho mariposa,
Que volando se va algún día.
Siempre contigo, son más que palabras,
Te busco en los ratos donde nos besábamos,  en los ratos donde discutimos,
Enlazados en el camino, y a veces en el dolor donde nos teníamos estima,
Espérame, junto al reloj de la iglesia que marca las horas de la madrugada,
Allí estuve ayer y allí estoy ahora.
Ahora estuve allí, ya no estás ahora.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Antonio

Antonio, usted es capaz de salir a la hora de ir al colegio,
Cerrar la puerta, usted sabe ir al colegio,
Cerrar la puerta,
Salir de casa,
Ir al colegio.
Antonio ¿Usted sería capaz de hacerlo?

Antonio sonríe satisfecho,
Ya se ve mayor, al fin mayor.
Y quiere el twenti,
Remueve el sillón con alferecía,
Decidido a soñar,
¿Qué es la república?
¿Qué es el comunismo?

sábado, 18 de diciembre de 2010

Luego dije su nombre


Y aquel chiste que contaba, que decía de uno que abrió un libro, y leyó:
Nitrato de sodio, nitrato de potasio.
Y dice Paco: para que te quiero yo, si no tratas de ná.

Y me cogía de pequeño y decía: vamos a platicar.

Luego dije su nombre, a los notarios, a los funcionarios del ayuntamiento, a los del catastro, a los empleados del banco, a los de hacienda, a los de las pompas fúnebres,
Llevando papeles tristes.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Sillón orejero

Se dejó caer en el sillón orejero, ella lo había hecho traer de casa de sus padres; le gustaba aquel sillón en el que podía reclinar la cabeza y dejarse llevar por el sueño. Allí había visto a su abuelo cientos de veces, sentado leyendo su periódico. Cuando ella se acercaba él la sentaba entre sus piernas y le decía:
- ¿Hacemos el caballito?
– Sí, abuelo, pero que vaya rápido, ¡muy rápido!

Ella era la princesa del cuento que huía del dragón temible y aquella aventura subida en el caballo terminaba entre risas y besos y cayéndose al suelo.

…Adoro aquellas risas, aquella alegría de la infancia y busco algo en lo que reconocerme de aquella niña, que con las mejillas coloradas entraba directa a la chimenea encendida, al calor de aquel hogar que mas que ninguno yo consideré mi casa en aquellos  pequeños años.